miércoles, 29 de junio de 2011

JORGE LUIS BORGES. BUENOS AIRES (III)

La calle Corrientes resume más que la de Caminito el fervor cultural de Buenos Aires aunque ambas sean temas de tango. Decenas de librerías y teatros venden su mercancía en esta céntrica calle. En una de esas librerías, la de la Editorial Losada, elegimos el libro de poesía Fervor de Buenos Aires, escrito por un jóven Borges en 1923, cuando Argentina era la sexta potencia económica del planeta. Han pasado muchas cosas desde entonces en los planos económico, político y cultural pero Borges sigue siendo un referente en Buenos Aires. Denostado por muchos debido a sus salidas de tono y a a sus posicionamientos políticos sigue siendo y será siempre un escritor inigualable al que se le pueden perdonar sus “boutades”. Una de ellas, recordémosla, era referida a los vascos. Probablemente enfadado con el lechero de la esquina (dicen que en una época casi todos los lecheros eran vascos) dijo aquello de que “los vascos son peores que los negros porque, al menos, éstos han servido para ser esclavos”. Otra de sus salidas de tono habitual era despreciar a los escritores clásicos españoles y, siendo escritor en castellano, proclamar la inferioridad de esta lengua frente a otras en potencialidades literarias.
Paseamos por los distintos ambientes del Palermo borgesiano, el señorial de Palermo Chico de su aristocrática amiga, Victoria Ocampo; el de Palermo viejo, residencia del escritor, barrio tranquilo y burgués con las calles todavía adoquinadas; el Palermo Hollywood, más allá de las vías del ferrocarril, donde Borges colocaba el límite de Buenos Aires y el inicio del campo, el lugar donde vivían y morían sus personajes suburbiales, hoy un barrio plagado de elegantes restaurantes y en pleno crecimiento.

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