El Popol Vuh, libro sagrado de los quiché de Guatemala, es una recopilación de leyendas sobre la mitología maya. Fué recogido en el siglo XVI, en lengua quiché pero en caracteres latinos. En él se relata la creación del mundo.
Primeramente los dioses crean a los animales, pero como no los alaban los condenan a comerse unos a otros.
Posteriormente crean a unos seres de barro que son frágiles e inestables y también incapaces de adorarlos.
Un nuevo intento es crear a los seres humanos de madera pero resultan imperfectos y carentes de sentimientos. Los dioses los destruyen y se convierten en monos.
Por último, crean con éxito cuatro hombres a partir del maíz. Luego cuatro mujeres y los mayas comienzan a multiplicarse. Después de un período de lengua común, éstas comienzan a confundirse y aparecen las distintas tribus.
Como se ve, unos mitos similares a los mesopotámicos o judíos. Nada nuevo bajo el Sol.
Tampoco es original la realizaciónn de sacrificios a los dioses, aunque ello indignara a los delicados soldados y sacerdotes españoles que les “descubrieron”. Parece ser que en la creación del hombre a partir del maíz, los dioses utilizaron algo de su sangre. Los sacrificios humanos serían necesarios para devolver esa sangre a sus creadores y , de esa manera, revitalizarlos. El sacrificado tendría “el honor” de transformarse en materia divina. Después de la conquista española, los mayas seguirían aportando sangre a sus dioses mediante automutilaciones o mediante el sacrificio de animales.
De todos modos es lógico suponer que los sacrificios que los pueblos mesoamericanos realizaran a sus dioses estuvieran muy lejos de la orgía de sangre descrita en la película estadounidense Apocalypto de Mel Gibson. Por cierto, la ambientación se hace en un Tikal imposible en el siglo XVI y en idioma maya yucateca.
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